Prosa y poesía en diálogo vegetal

El cactus que tengo en casa luce así todo el año. A menudo me imagino cómo debió haber sido en el pasado.

Quizás sea un toque único de verde en la arena amarilla del cielo, esperando tranquilamente a que caiga una gota de rocío.

Quizás sea un rincón del jardín botánico, muy cerca de la esquina.

La mirada diaria es tan silenciosa que no puedo sentir el paso del tiempo. Ahora, cuando lo riego todos los días, permanece en silencio y se queda conmigo en silencio. Creo que algún día florecerá brillantemente y crecerá conmigo.