Chu Jiahe es un personaje importante entre los protagonistas de la novela de Chen Yan. ¿Qué tipo de persona es Chu Jiahe?

Es difícil para nosotros, los de afuera, decir si esto es suerte o desgracia. Solo sabemos que esta es la suerte de la Ópera Qin. Su aparición hizo que la Ópera Qin volviera a ser pública. En este mundo materialista, es una suerte que la Ópera Qin no haya decaído. Cuando Chu Jiahe se sentó en el trono del protagonista de la Ópera Qin, nunca tuvo una meta, nunca miró hacia el futuro y siempre fue empujada hacia adelante pasivamente. No tenía salida, por lo que alcanzó la cima de la vida paso a paso. A juzgar por su carrera, es una bendición pasar de pastor a famosa Reina de la Ópera Qin, y también es un honor con el que muchos actores sueñan pero no pueden conseguir. Desde una perspectiva familiar, su familia está fragmentada y ella es desafortunada.

Chu Jiahe solía pastorear ovejas, aprender a jugar y cocinar con fuego, pero solo lo obligaban a someterse a los demás. En otras palabras, como aceptó algo que no eligió, trabajó duro para hacerlo bien. No pensaba en el futuro y sus experiencias la dejaron incapaz de pensar. Incluso si quisiera, no se le ocurría nada, pero creció en un valle profundo y no fue a la escuela durante unos días. No conocía el mundo exterior ni las conspiraciones del mundo. Fue precisamente por su inocencia que escuchó a su maestra, estudió mucho y se hizo famosa de una sola vez con su destacada figura y voz.

Debido a la ingenuidad y terquedad de Chu Jiahe, ella se convirtió en la protagonista. Soportó más sufrimiento, críticas y sacrificios que otros. En esta realidad llena de mundanalidad, hipocresía y conspiración, deberíamos tener formas de protegernos y hacernos menos vulnerables al daño. Pero a medida que envejecemos y nos hacemos más sabios, perdemos esa terquedad. Quizás así sea la vida, nada es perfecto.

Al igual que Qin E, cuando finalmente entendió esta verdad y realmente quería ser una buena protagonista y disfrutarla, los protagonistas habían cambiado de generación en generación. Por tanto, debemos tener un corazón puro y compasivo.