El Capitán Nemo de Nautilus es una figura misteriosa. Es oscuro pero conocedor. Podrá pagar decenas de miles de millones de deuda nacional de Francia; lloraré en silencio cuando vea morir a mis amigos; dará millones de oro a los pobres; lleno de perlas a los pobres buscadores de perlas; escapará de los humanos y llevará a cabo una terrible venganza... El Capitán Nemo tiene una desconfianza profundamente arraigada hacia los humanos y está lleno de un dolor infinito en su corazón, pero también es una persona amable.
Cuando la Antártida se vio privada de oxígeno, sólo quedaba un rastro de aire en la alcancía del traje de buceo. En ese momento, casi se desplomaron por falta de aire. En ese momento, el Capitán Nemo no dio su último aliento para mantener la vida, pero dejó la posibilidad de sobrevivir al profesor. Sacrificó su propia vida por la vida de los demás y sus acciones nos conmovieron a innumerables lectores y a mí.
En la fascinante historia, el autor también advierte a la gente: si bien ven los beneficios de la tecnología para la humanidad, también deben prestar atención a prevenir su explotación y poner en peligro la crisis humana. Julio Verne propuso la idea de proteger las focas, las ballenas y otras especies marinas y condenar la sobrepesca... Ante el llamado del profeta hace 200 años, caí en un pensamiento más profundo: ¿Es este libro sólo para que los lectores experimenten aventuras coloridas y ganen? conocimiento vívido? No, nos inspira y permite que nuestras mentes aprovechen más las ciencias naturales.
Julio Verne nos dice: Nada es imposible, sólo lo inesperado; sólo cuando se tiene cierta formación científica en ese momento, se pueden tener ideas derivadas de la realidad o de una imaginación superior a la realidad, de lo contrario no sería así. No será ciencia ficción sino fantasía; y si no hay imaginación, ni propósito, ni dirección, será aún menos posible lograr el progreso científico.