Los hipopótamos adultos pueden dormir bajo el agua y sus instintos respiratorios les permiten exponer la nariz de vez en cuando, pero no se despiertan en el proceso. Aunque los hipopótamos viven en el agua desde que nacen, no pueden nadar. Sólo caminan bajo el agua y son muy rápidos. Pueden caminar unos ocho kilómetros por hora y respirar una vez cada cinco minutos. La incapacidad de los hipopótamos para nadar tiene mucho que ver con su densidad ósea y su peso, pero sus cuerpos aerodinámicos les permiten moverse rápidamente bajo el agua. Animales similares son los elefantes, que pesan mucho más que los hipopótamos y llevan consigo equipo de natación. Su nariz se puede utilizar como tubo de respiración, lo que le permite caminar bajo el agua durante horas.
Lo más extraño es que la piel de los hipopótamos es muy gruesa, como una capa de armadura, de tres a cinco centímetros de espesor, pero son muy sensibles a la luz solar. Para proteger su piel sensible, los hipopótamos deben vivir en el agua más de 16 horas al día y, ocasionalmente, cubrir la superficie de su piel con sus propias secreciones y lodos cuando llegan a tierra. Los elefantes hacen cosas similares. Para ellos, el lodo es el mejor protector solar, pero este hábito no se transmite a las generaciones futuras a través del ADN, sino a través del aprendizaje y la imitación. El bebé hipopótamo aprenderá a meterse en el barro imitando las acciones de sus padres en vida para evitar quemarse con el sol. Sin educación de los padres, incluso si un hipopótamo se quema con el sol, no se untará la piel con barro. Por tanto, el dicho de que los padres son los mejores maestros de sus hijos es válido tanto para los humanos como para los animales.