Prosa sonriente

Acababa de llover mucho y el aire estaba muy fresco. El crepúsculo y el horario de verano se extendían por el verde de julio, trayendo una fina humedad. Creo que debería ser feliz. Hay un lugar tranquilo en mi corazón, de un blanco puro, sin enredos de amor y odio, sin indulgencias. Sin embargo, a menudo miro solo la desolación del cielo y las grandes nubes que se desplazan sobre esta ciudad solitaria.

Acostúmbrate a estar en silencio o a no hablar. Extendió la mano y miró las líneas en la palma. Había algunos accidentes y desastres escritos en ella. A menudo siento como si mi vida estuviera buscando a una persona o un lugar, pero nunca me detengo. Cuando me rodearon caras desconocidas, me di cuenta de que detrás de la desesperación estaba el miedo a la familiaridad. Las lágrimas caían sobre el dorso de mis manos al pensar en los desastres de mi vida. Soy una persona que insiste en vivir con heridas. El dolor bajo la máscara esconde una silenciosa soledad.

Muchas cosas y personas dejan huellas o olores en el tiempo. Algunas personas extrañas pero familiares siempre están vivas y no se pueden olvidar. El mundo de los mortales es encantador y juvenil, y la vida es como un sueño. Esos sentimientos de amor extremo son puro desamor. El tiempo vuela, sintiendo la frágil temperatura en mi corazón. En el texto, una conversación o el mismo gesto aportan un consuelo fugaz. palabras para sentir la paz física y mental después del bautismo de experiencias difíciles.

Al estar en manos del destino, los amantes no pueden quejarse. Las almas que se aprecian miran el pasado de los sueños de borrachera y la muerte en el tiempo. La idea de que mañana es mi cumpleaños me conmueve. Tal vez sienta una felicidad temporal, un anhelo tranquilo, una temperatura húmeda, flores fragantes en el viento y débiles recuerdos tristes en el corazón de la persona que amé. Sólo viviendo todo puede continuar y apreciar a cada transeúnte en la vida.

Mi cintura está mejorando cada día. No tengo miedo en la vida, no tengo miedo de perder nada ni de intentar pensar en nada. Si alguna vez hubo uno, fue el amor. Al menos hay amor en mi corazón y su propia fragancia desbordante. A veces, me quedo mirando las fotos amarillentas durante mucho tiempo, contemplando los recuerdos que han sido destruidos por el dolor y la felicidad. Colocadas en un rincón con un toque de polvo, las tenues palabras han perdido el color de la tinta, pero el amor profundo hace que la gente se sienta cálida y segura.

Algunas cosas vale la pena recordar. Anhelo toda la calidez, tus palabras, envueltas alrededor de mis heridas y de mi pasado. Quiero pasar viejos tiempos contigo y contar las penas de los años.

Gracias a todos los que me habéis conocido y dejado en Internet, y a todos los que habéis intercambiado almas conmigo.