Por un lado, el teléfono hace que la comunicación diaria sea muy cómoda. Gracias al teléfono podemos sentarnos en la comodidad de nuestra casa y marcar un número para hablar con quien queramos, sin importar dónde se encuentre. Los teléfonos realmente han hecho que el mundo sea más pequeño.
Por otro lado, el teléfono reduce en gran medida las posibilidades de comunicación cara a cara. Los teléfonos funcionan muy bien; como resultado, nos volvemos perezosos y salimos con menos frecuencia para conocer y hablar con la gente. Si confiamos demasiado en nuestros teléfonos, los amigos con los que solíamos ser cercanos pueden convertirse en extraños.
Con todo, el teléfono aporta muchos beneficios a nuestra vida, nos ahorra mucho tiempo de comunicación y el coste de conexión suele ser aceptable. Más importante aún, la invención del teléfono móvil también fue revolucionaria. Sin embargo, asegúrese de encontrar un equilibrio entre las llamadas telefónicas y la comunicación cara a cara.