Además del castigo corporal, ¿qué más sabes sobre métodos educativos más eficaces?

Primero, criticar la educación. La crítica es el método más convencional, pero la crítica es algo muy aprendido y puede dañar la autoestima de un niño. Las críticas son subestimadas y el niño no habla en serio. La crítica adecuada es mejor que el castigo corporal y no dañará física ni mentalmente a los niños. Al criticar, el objetivo principal es analizar el daño de los errores de los niños y recordarles que no vuelvan a cometer errores similares.

Segundo: elogios y aliento. Algunas personas dicen que se elogia a los niños buenos. Animar a su hijo puede motivarlo. Por ejemplo, si le cuentas un tema a tu hijo dos veces, todavía no lo entiende. Los padres ansiosos castigan a sus hijos arrancándoles las orejas, azotándolos, llamándolos "eres tan estúpido" o criticándolos. Podemos pensar en ello, ¿es esto efectivo? Definitivamente no. En la vida, descubriremos que cuanto más golpean a los niños, más estúpidos se vuelven, más los regañan, más estúpidos se vuelven y cuanto más se les anima, más inteligentes se vuelven.

Tercero: empatía. De hecho, a veces desde nuestra propia perspectiva, olvidamos cuál es nuestro objetivo al educar a un niño, e incluso perseguimos el 100% del niño. Por tanto, si lo pensamos desde nuestra perspectiva, a veces los errores de los niños no son tan malos como pensamos.

Cuarto: El castigo es apropiado. Los elogios excesivos a veces hacen que los niños se sientan complacientes, mientras que las críticas débiles no durarán mucho. Entonces, el castigo moderado también puede desempeñar un muy buen papel educativo. Por ejemplo, un niño se porta mal en casa y hace que la casa sea un desastre. Sus padres lo castigaron dejando la casa limpia y ordenada. Sus padres no lo ayudan, no sienten lástima por él y le dejan que él establezca las reglas. Las reglas establecidas deben aplicarse estrictamente. Por ejemplo, si no haces los deberes con seriedad, el castigo es: confiscación de un juguete, etc.

Quinto: Los padres deben dar ejemplo. Ya sea que se base en las virtudes, la piedad filial o los buenos hábitos, cada palabra y acción de los padres afectará directamente a sus hijos. A los ojos de los niños, los padres levantan para ellos el cielo de la esperanza y el mar de la tolerancia. Siempre damos a los niños una actitud positiva y optimista hacia la vida, que es más profunda que la educación sobre el castigo corporal.