Significa avanzar y cobrar.
Esta frase es en realidad un proverbio japonés utilizado para animar a los soldados a atacar en la guerra.
En el período Edo, Matsudaira Chu, un vasallo de un antiguo estado vasallo de Vietnam, gritó este lema cuando sofocó la rebelión. Más tarde se escribió en poesía y se extendió por todo Japón.