El 15 de agosto de 1995, el primer ministro japonés, Tomiichi Murayama, pronunció un discurso sobre cuestiones históricas. Murayama dijo con sinceridad: Hoy en día, Japón se ha convertido en un país pacífico y próspero, por lo que a menudo olvidamos lo valiosa y difícil que es esta paz. Deberíamos contarle a la generación más joven sobre la crueldad de la guerra para evitar repetir los errores del pasado. Debemos unirnos a los pueblos de nuestros países vecinos para consolidar aún más la paz en la región de Asia y el Pacífico e incluso en el mundo. Para ello, es importante establecer relaciones con estos países basadas en un profundo entendimiento y confianza mutua. Con base en esta idea, el gobierno japonés llevará a cabo investigaciones sobre las relaciones de Japón con los países asiáticos vecinos en la historia moderna y ampliará los intercambios con la región para la paz y la amistad. Al mismo tiempo, con respecto a las cuestiones de solución de posguerra que nuestro país está actualmente comprometido a resolver, fortaleceremos aún más la relación de confianza entre nuestro país y estos países. El espíritu de este discurso fue seguido por los sucesivos gobiernos japoneses.