En el siglo XVIII, Occidente comenzó a explorar diversos fenómenos de la electricidad. El científico estadounidense Franklin creía que la electricidad es un fluido ingrávido que existe en todos los objetos.
En el siglo XVIII la electricidad comenzó a desarrollarse cuantitativamente. Priestley (1767) y Coulomb (1785) descubrieron la ley de que la fuerza entre cargas electrostáticas es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, estableciendo la ley básica de la electrostática.
En 1800, la compañía italiana Volta sumergió láminas de cobre y estaño en agua salada, las conectó con cables y fabricó la primera batería. Proporcionó la primera fuente de energía continua y se le conoce como el antepasado de la batería moderna. El británico Faraday, en 1831, demostró la generación de corriente inducida mediante cambios en los efectos del campo magnético. En 1851 propuso el concepto de líneas eléctricas físicas. Ésta fue la primera vez que se hizo hincapié en el concepto de transferencia de carga a un campo eléctrico.
En 1865, Maxwell propuso la fórmula matemática de la teoría del campo electromagnético y proporcionó el concepto de corriente de desplazamiento. Los cambios en el campo magnético pueden producir un campo eléctrico y los cambios en el campo eléctrico pueden producir un campo magnético. Maxwell predijo la existencia de radiación electromagnética y, en 1887, el alemán Hertz demostró tales ondas electromagnéticas. Como resultado, Maxwell integró la electricidad y el magnetismo en una teoría y también demostró que la luz es una onda electromagnética.