Un resumen de la prosa de Chi Zijian

Mudo y Primavera

Nada le teme más a la brisa primaveral que la nieve.

La brisa primaveral es como una enorme escoba que barre tranquilamente la nieve del suelo. La nieve se hacía más fina cada día que pasaba. En este momento llega la alondra, los tentáculos del sol se suavizan, el glaciar estalla de pasión, reaparece el sonido del agua corriente, los capullos de la hierba verde brotan del suelo y en las laderas soleadas, flores fragantes son como Resplandor de la mañana, tiñendo las montañas, los ríos y los bosques, la primavera llega vivamente.

Mis recuerdos infantiles de la primavera están asociados a un viejo mudo.

En un pueblo remoto y frío, una vida imperfecta, sus nombres son tan frágiles como las alas de las mariposas otoñales, poco a poco destruidas por el viento y el frío. Nadie recuerda su verdadero nombre, todos lo llaman Viejo Mudo. Tenía unos cuarenta o cincuenta años, era extremadamente moreno, extremadamente delgado y tenía el cuello largo. Las venas desnudas de las hojas a menudo me recuerdan a algunas lombrices arrastrándose por allí. El viejo mudo alimenta a los animales del equipo de producción. Por la mañana y por la noche, a menudo podía escuchar el sonido de cortar el césped, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, rascar, sonido que sonaba como el de una mujer. raspando escamas de pescado fresco con un cuchillo, o un hombre cortando leña con un hacha afilada. Mis amigos y yo lo veíamos a menudo cuando íbamos a escondernos en los pajares del equipo de producción. El viejo mudo utilizó un rastrillo de hierro para coger un fardo de hierba del pajar y lo llevó a la cortadora de césped. Originalmente, la hierba estaba sin vida, pero como había una cortadora de césped encima, sentí que la hierba estaba viva. El viejo mudo se convirtió en un verdugo y sus manos se enfriaron. Cuando vemos al viejo mudo, siempre queremos salir corriendo. Pero pensó erróneamente que éramos nosotros quienes esparcimos los pajares y que nos culparía a nosotros. Para mostrar apoyo a nuestros gatos escondidos, agitó los brazos, sacudió la cabeza e hizo gestos indiferentes. Al ver que todavía estábamos demasiado asustados para acercarnos, instintivamente abrió mucho la boca, tratando de mantenernos alejados gritando. Pero al ver su nuez retorcerse y emitir una respiración pesada y rápida que parecía asfixia, no pudo decir una palabra.