Una es reducir el impacto del balón en la mano del portero al disparar, que actúa como amortiguador.
El segundo es aumentar la estabilidad en la captura de la pelota. La superficie de la palma del guante está densamente repleta de pequeñas partículas para evitar que la pelota se desprenda. Especialmente en los días de lluvia, el papel de los guantes es aún más evidente.