Antes de la llegada de los sacapuntas, la gente usaba cuchillos especiales para afilar los lápices, pero era incómodo de usar y los lápices no eran hermosos. La aparición de los sacapuntas facilita esta problemática acción. Los lápices afilados quedan limpios y uniformes, lo que resulta más económico que los lápices afilados con un cuchillo. Con el desarrollo de la tecnología, se produjeron algunos tipos especiales de lápices, como los lápices para trabajar la madera. Dado que la forma del bolígrafo no es la de un cilindro normal, también apareció un sacapuntas especial correspondiente. En la actualidad, los sacapuntas con hojas fijas y dispositivos de sujeción giratorios se han utilizado ampliamente como material de papelería doméstico.
Aunque la aparición de los lápices automáticos ha afectado mucho al uso tradicional de los sacapuntas, los sacapuntas siguen desempeñando un papel importante en la restauración, algunos cosméticos y otros campos por su belleza, comodidad, seguridad, protección del medio ambiente y otras características.
El matemático francés Bernard Lassimone solicitó la primera patente para un sacapuntas en 1828. En 1847, Therry des Estwaux inventó el sacapuntas mecánico, y la aparición de los sacapuntas eléctricos se remonta al menos a 1917.
Los distintos sacapuntas que hay en el mercado ahora tienen diferentes colores y formas, pero el principio es el mismo.