Cuando Wang Hua viajó a la piscina, vio el oro que había quedado atrás. Colocó el oro a la orilla del agua y se paró junto a él. Cuando llegó el oro restante, lo volvió a colocar en su lugar.
Aunque este texto es breve, es rico en connotaciones y enorme en extensión. Deja un espacio en blanco como el espacio en blanco en las pinturas chinas, y la imaginación es ilimitada. Wang Hua, un niño, no sólo es sincero y responsable, sino también inteligente. Escondió el oro en agua y preguntó a miles de transeúntes sobre la calidad por si tomaba la iniciativa. No "señaló hacia atrás" hasta que llegó el verdadero dueño.