Ensayos en prosa junto a la farola

El borde de las farolas

Por la noche, en las calles de la ciudad, las farolas iluminan todo el cielo nocturno. Son como guardianes, iluminando silenciosamente el camino a casa de los peatones.

Cada vez que camino bajo las luces de la calle, siempre miro hacia arriba inconscientemente y siento un sentimiento cálido en mi corazón. La luz suave, como un par de manos cálidas, acaricia suavemente mi corazón.

Las farolas son los ojos de la ciudad. Guardan silenciosamente la paz de la ciudad. Ya sea una fría noche de invierno o una calurosa noche de verano, se apegan a sus puestos y nunca se dan por vencidos. Su luz ilumina el camino a seguir para innumerables personas, dándoles valor y esperanza.

Las farolas son el alma de la ciudad. Han visto la ciudad crecer y cambiar. Han sido testigos de los sueños y luchas de innumerables personas y del paso del tiempo. Se quedaron allí en silencio, sin palabras, pero contaron innumerables historias con luz propia.

Las farolas, amigas de la ciudad, nos han acompañado durante muchas noches. Nos aportan calidez y consuelo cuando estamos cansados ​​de camino a casa. Nos muestran el camino a seguir cuando estamos perdidos. Son como luces brillantes que iluminan nuestro camino a seguir.

Las farolas son obras de arte en la ciudad. No sólo sirven para iluminar, sino también para embellecer la ciudad por la noche. Tienen diferentes formas, algunas son como flores en flor, otras como pájaros con las alas extendidas y otras como estrellas titilantes. Sus luces añaden un encanto único a la ciudad.

Las farolas son la esperanza de la ciudad. Nos dan infinitas esperanzas y sueños. Nos dan orientación y coraje cuando nos perdemos en la oscuridad. Nos dan aliento y apoyo cuando encontramos dificultades y reveses. Su luz ilumina nuestro camino a seguir y nos hace creer que no importa las dificultades que encontremos, podemos superarlas.

Las farolas son los sentimientos de la ciudad, transportando los pensamientos y bendiciones de innumerables personas. Cuando estamos lejos de casa, ellos son el vínculo que nos hace extrañar nuestra ciudad natal. Cuando estamos lejos de nuestros seres queridos y amigos, ellos son el refugio donde los extrañamos. Su luz nos hace sentir la calidez del hogar y el cuidado de nuestros seres queridos.

Las farolas son la memoria de la ciudad. Han sido testigos del crecimiento y los cambios de innumerables personas. Han sido testigos de nuestras risas y lágrimas, de nuestros éxitos y fracasos. Permanecen allí en silencio, protegiéndonos en silencio y se convierten en una parte indispensable de nuestras vidas.

Al lado de la farola hay una emoción especial que nos hace sentir la calidez y el cuidado de la ciudad. Nos hace comprender que vayamos donde vayamos, hay una farola esperándonos. Nos hace creer que podemos superar cualquier dificultad que encontremos. Al lado de la farola hay una hermosa emoción que nos hace sentir el calor y la esperanza de la vida.