Los países desarrollados se enfrentan al envejecimiento de la población, lo que puede conducir a un crecimiento poblacional lento o incluso sostenido y a una mayor mortalidad; por otro lado, también puede conducir a menores tasas de natalidad y crecimiento natural; Además, el envejecimiento de la población no sólo provocará escasez de mano de obra y aumentará la carga para los jóvenes, sino que también provocará una serie de problemas sociales, como el apoyo y el cuidado de muchas personas mayores solitarias, enfermas o discapacitadas.
Por el contrario, los países en desarrollo tienen altas tasas de natalidad y una gran proporción de adolescentes. El crecimiento excesivo de la población ha profundizado la presión sobre la economía, el empleo, los recursos y el medio ambiente.
Al comprender las graves consecuencias de los problemas demográficos, podemos darnos cuenta del profundo impacto del control demográfico en el desarrollo social.