He enseñado a muchos niños que dependían del juego de tenis y otras habilidades para darse cuenta de su autoestima. Para ellos, jugar bien y ganar el juego es a menudo una cuestión de vida o muerte. Persiguen tanto el éxito que se olvida el desarrollo de calidad de muchas personas.
Sin embargo, mientras algunas personas parecen haber perdido las ganas de triunfar, otras tienen la actitud contraria. Frente a una cultura que valora el éxito y el fracaso, culpan ferozmente a la competencia. Quienes están en contra de la competencia son los jóvenes, muy influenciados por la presión de los padres y la competencia social. Cuando enseño a estos jóvenes, a menudo observo su disposición a fracasar. Parece que no quieren ganar, no quieren triunfar, buscan el fracaso. Si no se esfuerzan, siempre tienen una excusa: "Perdí, pero no importa porque realmente no me esforcé mucho". Por lo general, no admiten que incluso si realmente hacen lo mejor que pueden, lo hacen. fallará. Esta creencia es significativa.
Este fracaso será una medida de su autoestima. Aparentemente, esta creencia es la misma que tienen los competidores reales que intentan demostrar su valía. Ambos se basan en una idea errónea que se basa en la autoexpresión en comparación con los demás. Ambos temen ser ignorados. Sólo cuando este miedo básico, a menudo perturbador, comienza a desvanecerse podremos sentir el nuevo significado que contiene la competencia.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ Puramente traducido a mano, bienvenido a adoptar ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
El texto original es el siguiente:
En la sociedad moderna hay mucho debate sobre la competencia. Algunas personas le conceden gran importancia y creen que es la causa del progreso y la prosperidad social. Otros dicen que la competencia es mala; enfrenta a una persona contra otra; conduce a relaciones hostiles entre las personas.
He enseñado a muchos niños que creen que su autoestima está determinada por su desempeño en el tenis y otras habilidades. Para ellos, jugar bien y ganar el juego es a menudo una cuestión de vida o muerte. En su decidida búsqueda del éxito, lamentablemente olvidan el desarrollo de muchas otras cualidades humanas.
Sin embargo, mientras algunas personas parecen perdidas en el deseo de triunfar, otras adoptan la actitud contraria. Condenan con vehemencia la competencia en una cultura que valora a los ganadores por encima de los jugadores promedio. Entre quienes se oponen a la competencia se encuentran los jóvenes que están bajo presión de sus padres o de la sociedad para competir. Al enseñar a estos jóvenes, a menudo observo en ellos un deseo de fracasar. Parecen buscar el fracaso al no intentar ganar o alcanzar el éxito. Al no intentarlo, siempre tienen una excusa: "Podría haber perdido, pero está bien porque en realidad no lo intenté". Lo que normalmente no admiten es que significaría mucho si realmente lo intentaran y fracasaran.
Dichas pérdidas serán una medida de su valor. Aparentemente, esta creencia es la misma que la de los competidores reales que intentan demostrar su valía. Ambos puntos de vista se basan en la creencia errónea de que la autoestima de una persona depende de su desempeño en comparación con los demás. Ambos tienen miedo de que no los tomen en serio. Sólo cuando este miedo básico, a menudo persistente, comience a desaparecer podremos encontrar un nuevo significado en la competencia.