El viejo árbol frente a la antigua casa ensayo

Es una casa antigua con telarañas y una valla. Hay un viejo algarrobo al lado de la casa vieja, y hay un arroyo al lado del árbol viejo. Alrededor de la antigua casa, las plántulas de trigo son verdes a principios de primavera y doradas a finales del verano.

Esa era la antigua casa donde vivían mis abuelos, un jefe de aldea remota. Desde que tengo uso de razón, ese viejo árbol ha estado frente a la vieja casa. ¡Ese viejo árbol ha estado con mis abuelos durante décadas! Ahora, de sus gruesas raíces ya no crecen ramas ni hojas, ni florecen.

Érase una vez un gran árbol que amaba profundamente y sus flores blancas de verano. Siempre pensé que el alma del viejo algarrobo había muerto con el fallecimiento de mis abuelos, y un sueño persistente quedó enterrado con su dueño. Su corazón dormido ya no puede producir florecitas inteligentes.

Aún persiste en mi mente la imagen de jugar alrededor del árbol cuando era niño; persiguiendo mariposas, recogiendo rosas, tostando maíz, cazando grillos... la escena está justo frente a mí, ya que si fue ayer, extendiste tu mano, puedes tocarla. ¡Esas risas, esas infancias inolvidables!

El tiempo vuela, pasando entre nubes de colores, salpicado de cada sueño del atardecer. La repentina luz de fondo ilumina cada latido del corazón. Muchos años después, llegué a esta antigua casa con el corazón apesadumbrado y anhelante. ¡El arroyo también está lleno de juncos! Miré hacia la vieja casa. Debido a que no había sido cuidada durante mucho tiempo, la vieja casa estaba completamente enredada en la maleza. Mi corazón también parecía estar enredado y tenso.

Vi el viejo árbol todavía allí desde la distancia. Lo miré desde lejos y mis ojos se humedecieron. Me parece oler el aroma de esos racimos de flores de langosta. La fragancia se filtró en mi corazón y me tocó intensamente. Hay una imagen así en mi memoria pasajera: la espalda delgada de mi abuelo plantando verduras en el patio cercado, la amable sonrisa de mi abuela, las fragantes gachas de arroz cocinadas en la olla y este algarrobo que florece todos los años. Esos días que pasaron realmente se han ido para siempre...

Con el corazón apesadumbrado, caminé hacia adelante, me acerqué al viejo árbol y estudié cuidadosamente su postura. ¡El viejo árbol es muy viejo! Estaba encorvado y apenas podía sostenerse. Su piel está seca y agrietada. ¿Fueron los estragos del tiempo o la desilusión del alma lo que hizo que el viejo árbol muriera tan voluntariamente? Pero sé que no está dispuesto a morir. Todavía aguanta, incluso si está a punto de caer al momento siguiente, incluso si todavía tiene su último aliento. Su corazón no está muerto, porque su corazón aún espera y piensa en los tiempos en que abrió su paraguas verde, esos rostros sonrientes que perseguimos bajo su enorme cuerpo, aquellos abuelos que durante décadas han regado sus corazones... ¡oh! Estas razones son suficientes para darle al viejo árbol una creencia que lo respalde.

Me sentí lleno de soledad y confié en el viejo árbol. Tal vez algún día tenga el mismo destino que tú, y el paso del tiempo le recordará a mi vieja alma la alegría que una vez tuve. ¡También desdeñaré el golpe del destino y dejaré que la apariencia decadente tenga un corazón inmortal!

Acaricié el cuerpo del viejo árbol y las lágrimas cayeron sobre él: ¡Viejo árbol, te extraño mucho, como a mis abuelos!