La escuela en sí es un lugar para aprender conocimientos, no un lugar para adorar. El deber del profesor es transmitir información y resolver dudas, pero para satisfacer el egoísmo personal, es un poco injustificable traer bienes privados a clase y llevar a los alumnos a ayudar a las celebridades.
Como profesor, que te guste cierta celebridad es un asunto personal, pero secuestrar a los estudiantes con tus propias ideas e inculcar ideas idolatradas en el aula está más allá de tu autoridad.