La educación familiar estadounidense consiste en cultivar el espíritu pionero y la competitividad de los niños, para que puedan convertirse en personas independientes. En las familias americanas, los padres conceden gran importancia a cultivar la iniciativa subjetiva de sus hijos. Las familias alientan a los niños a progresar, se oponen a la supresión de la individualidad de los niños y se centran en cultivar el espíritu independiente y la autorresponsabilidad de los niños.
La educación familiar estadounidense aboga por la democracia, y los padres y los niños establecen conjuntamente normas que puedan salvaguardar los derechos e intereses de todas las partes. Los niños y los padres tienen los mismos derechos a la hora de establecer reglas familiares. Los padres suelen tolerar las travesuras de sus hijos y prestan poca atención a los detalles. Su enfoque hacia la educación es de mente abierta. La atmósfera democrática de la educación familiar estadounidense ha creado generaciones de jóvenes estadounidenses muy independientes. Pero a veces la democracia extrema hace que la educación de muchas familias estadounidenses sea demasiado laissez-faire, lo que hace que muchos niños sean egocéntricos, dominantes y se comporten mal.
Los padres estadounidenses se han centrado en ayudar a sus hijos a desarrollar conceptos económicos claros y un sentido de independencia financiera desde una edad temprana. Los padres enseñan a sus hijos cómo gastar un dinero de bolsillo limitado de forma planificada y cómo encontrar formas de ganar dinero. La temprana conciencia de independencia económica de la juventud estadounidense se basa en la educación de este temprano concepto económico. En los Estados Unidos, los padres suelen utilizar medios financieros para promover el progreso académico de sus hijos y estimular la competencia académica de sus hijos.