Sin embargo, bajo la reprimenda del profesor, en secreto decidí estudiar mucho. Cada vez que terminaba la clase, primero entendía las preguntas que tenía entre manos, luego salía a jugar y, a menudo, hacía preguntas que el maestro no sabía. Poco a poco mis notas mejoraron mucho. Hasta que obtuve los resultados del examen de ingreso a la universidad, no podía creer que me hubieran admitido en una buena escuela. Estaba particularmente agradecido con el maestro en ese momento, pero debido a problemas de tiempo en ese momento, no pude agradecerle al maestro en persona.
Me enteré de que regresaría a mi ciudad natal durante mi primer año y me encontré con mi maestro por casualidad en el camino, así que charlé con él sobre mi situación actual. La maestra estaba muy feliz. Por primera vez, sentí desde el fondo de mi corazón que podía hacer que mi maestro se sintiera orgulloso de mí. Le dije a mi maestra que a menudo me regañaban cuando tenía malas notas en la escuela secundaria. El maestro me dijo que cuando todo maestro regaña a un alumno, tiene miedo de no poder enseñarle bien. El profesor sólo te regañará cuando quiera que mejores cada vez más, porque está preocupado por tus notas. Entonces a partir de ese momento supe las buenas intenciones del maestro. Cuando el maestro nos regaña, debemos despertarnos a tiempo, estudiar mucho y estar a la altura de las buenas intenciones del maestro.