La arboleda de la foto, la "base secreta" que estábamos buscando, ya no está. Piénsalo, qué cálido es tener un lugar tan lindo en un rincón de la jungla de asfalto de la ciudad. Pero desapareció junto con la exuberante colina trasera, reemplazada por un gigante de hormigón que quedó olvidado por un tiempo.
¿Dónde está el magnolio más alto? ¿Puedo? ¿No hay rastro en ese gran terreno, o está en otro campo sano y salvo, recordando los años de hace unos años, con capas de anillos de crecimiento? Parece que fue ayer, su sombra era un paraíso para un grupo de niños.
Pienso en ese torpe columpio, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, olvidando cuántos días y noches fueron. Pienso en un grupo de niños discutiendo sobre quién debería sentarse primero en él, y luego Piedra, Papel o Tijera se reconciliaron. como si nada hubiera pasado.
La vieja foto que me susurró al oído me dijo y me recordó que yo también tenía ese momento fluyendo lentamente en mi corazón.
Esas historias largas o cortas, sentimientos cortos o largos, llantos, risas, peleas, bromas, esos altibajos que quiero recordar o no quiero recordar, todo viene conmigo. La voz irrumpió en mi corazón y echó raíces, sin querer irse nunca. Como una enredadera, toma un Cooper al que aferrarte.
¿Qué pasa con las personas de la foto?
¿Cuántas veces nos hemos cruzado sin mirar atrás, y cuántas veces nos hemos encontrado en distintas ocasiones sin siquiera saludar? La infancia es como una banda elástica que se tira repetidamente y eventualmente pierde su elasticidad.
Las fotos antiguas ya no cuentan la historia. Cerré el álbum de fotos con una sonrisa triste, empaqueté un período de tiempo moteado en un folleto grueso y eliminé todos los recuerdos perdidos, como si me sacudiera el polvo. en la ropa.
Las personas que están inmersas en el ayer son frágiles, por eso están dominadas por la tristeza y la alegría. He vuelto al tiempo, pero ya no me quedaré. El crecimiento es el principio y el fin de otra vida.
Las risas de los niños fuera de la ventana cambiaron una tras otra.
El tiempo, sin saberlo, cría a los niños uno tras otro.