Ser rechazado significa que la calidad general del solicitante no cumple con los estándares de admisión, pero también significa que el solicitante se destacó entre muchos competidores en el proceso de selección preliminar. En este caso, aunque no se le invita a un nuevo examen, puede verse hasta cierto punto como un reconocimiento de las capacidades y recursos del solicitante, y también le brinda la oportunidad de examinar a fondo sus propias deficiencias y encontrar formas de para mejorar.
No ser invitado a participar en el reexamen significa que la calidad general del solicitante no alcanza el umbral de selección. En este caso, el solicitante debe identificar las deficiencias y abordarlas. Si bien esta situación puede hacer que los candidatos se sientan frustrados y frustrados, también deben aprender de ella, enfrentar activamente sus propias deficiencias y esforzarse por mejorar y mejorar.
En términos generales, ya sea que lo expulsen o no lo inviten a volver a examinarse, debe mantener una actitud tranquila y objetiva, analizar cuidadosamente sus propias deficiencias y realizar mejoras. Sólo sobre esta base podremos afrontar mejor los desafíos futuros.