Su "El hombre está muerto" heredó el "Dios está muerto" de Nietzsche. Nietzsche criticó la teocracia que suprimió la razón humana en la Edad Media, y Foucault criticó el culto al sujeto y el esencialismo del humanismo en la era industrial. Debido a que el énfasis excesivo en la subjetividad humana niega la existencia de los seres humanos como personalidades complejas y diversas, en la búsqueda de la esencia se extraen muchos de los llamados factores no esenciales, y estos factores son precisamente las partes más diversas de la naturaleza humana. Por lo tanto, Foucault cree que el "hombre" en esta era ha muerto y debe ser reemplazado por un país posmoderno que enfatice la diversidad de personalidades, la antiesencia y la falta de centro.
Esta idea central recorre sus principales obras "Locura y civilización", "Historia de la sexualidad" y "Disciplina y castigo".