La primera razón: restaurar la verdad histórica. De hecho, siempre podemos ver muchas noticias sobre saqueadores de tumbas en Internet. A veces, los expertos finalmente encuentran una tumba antigua, sólo para descubrir que ha sido robada y sus restos han sido destruidos. Sin duda, esto es algo lamentable e impotente. Los ladrones de tumbas intentan mantener a sus familias, mientras que los arqueólogos excavan constantemente tumbas antiguas para restaurar la verdad histórica. Hay muchas cosas que nunca sabemos sobre los 5.000 años de historia de China. Sólo en estas reliquias dejadas podemos encontrar algo y comprender la historia.
La segunda razón es explorar el valor de las reliquias culturales. Algunas reliquias culturales quedarán en las tumbas antiguas excavadas por los arqueólogos y entregadas directamente al Estado para su investigación. Al mismo tiempo, algunos artefactos se exhibirán en el Museo Nacional para que la gente los explore y aprecie. Si los ladrones de tumbas se lo llevaran, no tendríamos más remedio que ir al extranjero a verlo. Después de todo, están aquí para ganar dinero y definitivamente los venderán en el extranjero. Esto no sólo hace perder una reliquia cultural, sino que también vende la historia de nuestro país a países extranjeros, lo cual es absolutamente intolerable. Entonces la arqueología es una gran profesión en sí misma. Son diferentes de los ladrones de tumbas. Nos han estado llevando inquebrantablemente a ver una historia más desconocida.
La tercera razón: por tus propias creencias. La profesión de arqueólogo es realmente muy dura. No sólo consume mano de obra y energía, sino que también reduce las relaciones interpersonales. Después de todo, están ocupados estudiando historia todo el día, pero su contribución al país es muy grande. Encontrar tumbas antiguas también es peligroso para ellos, pero continúan fortaleciendo sus creencias en cada exploración, con la esperanza de poder encontrar más reliquias culturales y mostrar más verdades históricas a todos. Ésta es la diferencia entre un arqueólogo y un ladrón de tumbas.