Sedhir es un talentoso académico que nació en la India y emigró a los Estados Unidos cuando tenía 7 años. Obtenga tres títulos de licenciatura en informática, matemáticas y economía. Después de graduarse de la universidad, ingresó a la Universidad de Harvard y se doctoró en economía. Después de graduarse en Harvard, ingresó al MIT y comenzó su investigación en economía del comportamiento. En Massachusetts, fundó el Poverty Action Lab con Abhijit, profesor de economía y autor de "La naturaleza de la pobreza", y logró resultados fructíferos.
El título de la introducción es: la escasez de recursos no es terrible, pero la mentalidad de escasez es terrible. La introducción introduce el concepto de escasez a través de dos ejemplos. El fracaso en la gestión del tiempo es un ejemplo. El autor Cederhill siempre siente que no hay suficiente tiempo porque hay tantas cosas que hacer. Uno es un ejemplo del fracaso en la gestión del dinero de Sean, un personaje relacionado en el libro escrito por el autor. Sean está profundamente endeudado y atrapado en una espiral descendente. De ahí el concepto de escasez: la sensación de tener menos de lo que necesitas. Para Seder Hill, tiene menos tiempo del que necesita; para Sean, tiene menos dinero del que necesita.
Debido a que los dos ejemplos anteriores son ejemplos, este libro busca además casos comunes de escasez para concluir que la escasez captura el cerebro. En el libro se describen cuatro casos.
El primer caso fue al final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando los aliados invadieron el territorio alemán ocupado, encontraron a muchas personas al borde de la inanición. Para resolver el problema de cómo alimentar a la gente, los aliados llevaron a cabo experimentos contra el hambre. En experimentos se descubrió que las personas centran toda su atención en la comida. Por supuesto, tiene sentido que una persona hambrienta haga de la búsqueda de comida su primera prioridad. Sin embargo, las preocupaciones de estas personas superaban con creces sus necesidades reales en ese momento. Tuvieron que abrir restaurantes, comparar precios de alimentos e investigar recetas, nada de lo cual resolvió la concepción de entonces de que el hambre exacerbaba el hambre. La conclusión en el primer caso fue que los hombres fueron capturados a la fuerza por hambre. También cambia su forma de pensar.
El segundo caso es también un experimento de hambruna. Los sujetos se dividieron en dos grupos, uno tenía hambre y el otro no tenía hambre. Los dos grupos de experimentadores simplemente miraron las palabras en la pantalla, y la pantalla mostró palabras diferentes durante 33 milisegundos, que es 1/30 de segundo, lo que permitió a los sujetos identificar las palabras en la pantalla. Finalmente, encontramos que los grupos hambrientos y no hambrientos se desempeñaron igualmente bien en la identificación de palabras no relacionadas con alimentos. Mientras tanto, el grupo hambriento obtuvo mejores resultados en el vocabulario alimentario. Sin embargo, 33 milisegundos es demasiado corto, mucho más corto que el tiempo de reacción normal del cerebro (300 milisegundos). La rápida respuesta de 33 segundos sólo ilustra los efectos del hambre y la escasez en el cerebro que existen en el procesamiento subconsciente automático.
En el tercer experimento, los niños estimaron el tamaño de las monedas. Como resultado, a los ojos de los niños de familias pobres, las monedas parecen muy grandes y sus tamaños están muy distorsionados. Es decir, la moneda capta la atención del niño. Es decir, la escasez no sólo afecta a la atención, sino que también afecta a nuestra percepción de las cosas.
En el cuarto ejemplo, los sujetos leen el diario de alguien para formarse una impresión de quien lo lleva. Resulta que a la gente solitaria le va bien. La conclusión es que las personas solitarias son muy buenas para recordar los detalles del contenido social, como las interacciones con los demás. Esto puede entenderse como escasez social.
La conclusión extraída de las cuatro situaciones anteriores es que la escasez captura el cerebro y su impacto en el cerebro es profundamente subconsciente. La escasez puede incluso afectar la cognición objetiva de las cosas.
La escasez en el campo económico se manifiesta como escasez ubicua, porque siempre está limitada desde una perspectiva monetaria. Para provocar aún más la sensación de escasez, el autor cree que la sensación de escasez no está en todas partes.
La sensación de escasez depende de los recursos disponibles y de nuestra propia experiencia (nuestra propia comprensión son hechos objetivos y sentimientos subjetivos). Para esta experiencia, otras disciplinas como sociólogos, psicólogos, neurólogos, psiquiatras y especialistas en marketing están intentando analizar esta experiencia. El autor dice que le preocupa la lógica interna de la escasez y sus consecuencias.
La lógica interna de la escasez. La escasez es una mentalidad que capta nuestra atención, cambia nuestra forma de pensar y afecta nuestras decisiones y comportamientos.
El resultado de la escasez es que la escasez reducirá la capacidad de la mente, haciendo que nuestras capacidades cognitivas carezcan de perspicacia y previsión, y debilitando nuestro control ejecutivo.
El autor dice que cuando la escasez se apodera del cerebro, nuestra atención se centra más y hacemos las cosas de manera más eficiente. Pero al mismo tiempo, no hay energía para dedicar a otras cosas y el impacto es la reducción del ancho de banda. La consecuencia más grave es que la escasez se extenderá aún más y se intensificará.
Esto lleva a un punto del libro en el que la escasez capta nuestra atención y aporta un pequeño beneficio: podemos hacer un mejor trabajo al abordar las necesidades urgentes. Pero a la larga perdemos aún más: descuidamos otras cosas que necesitan atención y nos volvemos menos efectivos en otros aspectos de nuestras vidas.