Posteriormente, el químico británico Michael Faraday inventó la primera batería reutilizable en 1836, conocida como batería de Faraday. Las baterías de Faraday utilizan plomo y ácido sulfúrico como electrolitos para producir corriente eléctrica de forma continua.
Durante las siguientes décadas, los científicos continuaron mejorando el diseño y el rendimiento de las baterías. En 1866, el químico francés Georges Lakeland creó la primera batería seca, que utilizaba óxido de zinc y cloruro de amonio como electrolitos.
A principios del siglo XX, con el aumento de la demanda de energía, se desarrolló aún más la investigación y aplicación de las baterías. En 1901, el inventor estadounidense Thomas Edison mejoró la batería de níquel-hierro para hacerla más duradera y eficiente.
Con el avance de la tecnología, los tipos y usos de las baterías también se están ampliando. Las baterías modernas incluyen baterías de iones de litio, baterías de níquel-hidruro metálico, baterías de plomo-ácido y otros tipos, que se utilizan ampliamente en teléfonos móviles, vehículos eléctricos, almacenamiento de energía solar y otros campos.