Está condenado a ser inútil limitar las diferencias en la herencia lingüística mediante la formulación de reglas gramaticales. La herencia del lenguaje es como la herencia de la apariencia de padre a hijo. Aunque existen similitudes, no pueden ser exactamente iguales y debe haber algunas desviaciones. Sin embargo, la obsesión por determinar las reglas gramaticales ha estado profundamente arraigada en la psique británica desde el siglo XVII. A medida que la fuerza nacional y la autoestima nacional de Gran Bretaña continuaron aumentando después de la Revolución Industrial, esta obsesión alcanzó su punto máximo con varios libros de gramática y se hizo muy popular. El más famoso es el Diccionario de uso moderno del inglés de Fowler (1926), que vendió millones de copias.
Espera un momento, ¿por qué son tan populares los libros de gramática? ¿A los británicos les encanta estudiar?
Fowler explica a los lectores cómo utilizar este lenguaje con gran detalle, como una receta médica. Por tanto, el libro también se considera un modelo de gramática subjetiva. Con la guía estándar de los libros de gramática, uno puede aprender naturalmente el estilo de hablar de la gente de clase alta, distinguiéndose así de otras personas vulgares y demostrando su estatus, por lo que la gente lo buscaba en ese momento. Durante el proceso de escritura, se hizo referencia a la gramática latina, e incluso se simplificó para que fuera compleja, pero satisfacía las necesidades psicológicas de las personas en ese momento, por lo que se vendió bien.
Lo que Fowler nunca esperó fue que fueran estos usos del inglés "no estándar" los que traerían un impacto sin precedentes al idioma.