En 1848, Finis Gage, de 25 años, trabajaba en una obra de construcción de ferrocarriles en Vermont, Estados Unidos. Era el responsable de la voladura de rocas. Hizo agujeros en las rocas, las llenó de explosivos y las detonó. Un día, mientras sostenía una barra de acero de casi un metro de largo, 1,25 pulgadas de diámetro y un peso de 14 libras (unos 6 kilogramos), una chispa inesperada detonó el explosivo. La barra de acero penetró en su cabeza, entró por debajo del pómulo y salió por encima del hueso de la ceja. Voló a más de 65.438+000 pies en el aire y aterrizó en el suelo detrás de él. Los trabajadores que llegaron inmediatamente descubrieron que, aunque tenía un agujero en la cabeza, hablaba con normalidad, tenía los pensamientos claros y no sentía dolor. Sobrevivió, pero su comportamiento y personalidad cambiaron significativamente.
Antes de la lesión, Gage era una persona diligente, responsable y calculadora. Es bueno para cumplir con sus planes y tiene una gran capacidad de ejecución. Después de la lesión, era una persona completamente diferente. En palabras de uno de sus colegas, "ya no era Gage". Se volvió inquieto, grosero e impulsivo, con arrebatos emocionales incontrolados. A veces maldice a otros con las palabras más sucias y no puede soportar ninguna restricción. Había estado haciendo planes de carrera en su cabeza y se rindió de inmediato. Tras la lesión, ya no pudo realizar su trabajo anterior.
La experiencia de Gage se convirtió en un caso clásico de la neurociencia porque demostró que el comportamiento individual parece estar determinado por la voluntad, pero el determinante más fundamental son los mecanismos fisiológicos.
Gage perdió la función de la corteza prefrontal ventromedial y destruyó en gran medida su corteza orbitofrontal. La corteza orbitofrontal participará en complejos procesos de toma de decisiones, que a su vez implican la sensibilidad de las personas al riesgo, la recompensa y el castigo. El daño a esta parte del cerebro puede causar que pacientes, como Gage, tengan problemas con la supresión de impulsos y la comprensión de los acontecimientos.