Desde que te tengo en mi vida me he acostumbrado a registrar mis sentimientos en palabras. Cuando esté feliz, registraré la alegría en mi corazón; cuando te extrañe, registraré mis pensamientos. Siempre que esté molesto y te extraño, abriré el espacio y navegaré con atención. Mientras lo aprecio, recuerdo cada momento de mi tiempo contigo.
Abre el espacio, reflexiona atentamente y recuerda cada pizca de felicidad del pasado. Allí vivimos muchas experiencias maravillosas y muchos momentos conmovedores que nunca olvidaré. Cuando tenga tiempo libre, lo revisaré una y otra vez, repasando la belleza del pasado, ¡y será tan cálido como siempre! Gracias a Dios por permitirme conocerte. Desde entonces, el cielo ha sido tan azul, como el mar azul profundo, sin rastro de impurezas, el viento ha sido tan ligero, como la brisa primaveral que sopla suavemente en la mejilla, la vida ha sido tan hermosa, dondequiera que vaya; Dulce.
Me alegro de haber conocido a la tú más bella en el momento más aburrido de mi vida. Gracias a Dios por enviarte a mí. A partir de entonces soy feliz cuando te veo sonreír y me preocupa cuando te veo infeliz. ¡Verte todos los días es mi mayor felicidad! Amar a alguien es feliz, ser amado por alguien también es feliz. El sentimiento feliz es que de repente irrumpiste en mi vida sin previo aviso.
Me tomaron por sorpresa, desconocido y sorprendido, tímido y asustado, nervioso y gratamente sorprendido. Te extraño profundamente y me quedo contigo a la ligera. Me gusta escuchar tu voz, ver tu sonrisa y la forma en que se iluminan tus cejas cuando hablas. Este gusto superficial es como beber té, indiferente y silencioso. Si no me abandonas, dependeré de ti de vida o muerte. Hay una especie de bendición llamada silencio. Hay una especie de preocupación llamada para siempre. Independientemente del fin del mundo, si estás bien, ¡tendré un día soleado!