1. Especificidad: Los estándares deben tener definiciones y descripciones claras, sin lenguaje ambiguo o ambiguo.
2. Cuantificables u observables: Los estándares deben poder medirse y evaluarse mediante indicadores cuantitativos u observables.
3. Accesibilidad: Al formular estándares, se debe considerar la viabilidad práctica. Los estándares no pueden establecerse ni demasiado altos ni demasiado bajos. Es necesario equilibrar la relación entre objetivos y recursos.
4. Economía: Las normas deben implementarse a un costo razonable y los recursos no deben desperdiciarse excesivamente.
5. Aplicabilidad: Los estándares deben ser aplicables a diferentes situaciones y entornos, así como a diferentes empresas y organizaciones.
6. Mensurabilidad: Los estándares deben ser mensurables y evaluados de forma cuantitativa.
7. Dinámico: Los estándares deben ser un proceso sostenible y deben actualizarse y mejorarse constantemente para adaptarse a los cambios del entorno y del mercado.