En primer lugar, la verdadera bondad debe estar llena de límites y límites.
Siempre enseñamos a nuestros hijos a ser amables, pero nos olvidamos de ser amables y convertirnos en buenas personas. Pero el buen anciano se ha equivocado desde el principio y puede perderse fácilmente. En el proceso de perderte a ti mismo, te convertirás en un Nono pasivo. No sabes lo que debes hacer. Simplemente sabes tratar bien a los demás y satisfacer sus deseos. La verdadera bondad debe estar llena de límites y límites, y saber dónde están los límites.
En segundo lugar, dejar que los niños tengan la capacidad de pensar de forma independiente y distinguir lo que es hipócrita.
Enseñar a los niños a ser amables no se trata de comprometer a los demás para satisfacerlos incondicionalmente, sino de respetar a los demás y dejar que los niños aprendan a tratar a todos por igual y a no discriminar a los demás. Pero todos los requisitos previos se basan en la premisa de no lastimarte ni hacerte daño. Ese tipo de bondad tolerante no es verdadera bondad, es hipocresía. Cuando los padres enseñan a sus hijos a ir a la escuela, deben enseñarles a distinguir y a tener la capacidad de pensar de forma independiente.
En tercer lugar, las buenas personas pueden apegarse a sus verdaderas intenciones después de experimentar un peligro.
Hay tanto un lado malo como un lado bueno en el mundo. Podemos proteger a nuestros hijos cuando son pequeños y estar alerta a los peligros que los rodean. Pero el niño siempre se irá y crecerá. En este momento, el niño se lastimará aún más. Necesitamos dejar que los niños aprendan a distinguir el bien del mal a medida que crecen. Enseñarles a ser amables también les permite pensar más y distinguir más a medida que crecen. No te hará daño a ti mismo ni dañará los intereses de los demás y, al mismo tiempo, se adherirá a tu corazón.