Romain Rolland transformó a Miguel Ángel, un gran hombre de arte, en una persona tridimensional de carne y hueso, pensamientos y defectos a través de delicadas pinceladas.
Su genio loco y sus defectos de personalidad lo ponen en un estado de desequilibrio en cualquier momento de su vida. La búsqueda del arte iba más allá del objetivo fundamental de ser un ser humano, lo que le hizo desesperar del arte y de la vida en sus últimos años. Sólo entonces lo recordé: ¡nunca he vivido para mí! ¡Esta es la verdadera confesión de muerte y desesperación desgarradora! Estas experiencias fueron verdaderamente presentadas en sus obras de sus últimos años.
Viendo esto, como gente común, ¿qué pensamos? La vida comienza ahora. ¿Cómo podemos vivir para estar tranquilos cuando muramos? ¿He vivido realmente para mí en este mundo?