Lao Tang cree que como chinos debemos tener en cuenta las siguientes tres lecciones para evitar que la historia se repita:
Primero, ante una guerra comercial, primero debemos reflexionar sobre nosotros mismos. Deberíamos reflexionar sobre si nuestro sistema comercial y nuestras políticas comerciales tienen fallas y, de ser así, deberíamos corregirlas. Hubo muchos problemas con el sistema comercial de la dinastía Qing, pero el gobierno Qing fue arrogante y ciertamente no reflexionó sobre sí mismo. No sólo perdió la oportunidad de superación personal, sino que también intensificó los conflictos entre las dos partes.
En segundo lugar, frente a la guerra comercial, debemos promover la apertura. El comercio chino-occidental añadió vitalidad a la estancada economía Qing. El gobierno Qing no se dio cuenta de esto y, cuando tuvo problemas, cerró precipitadamente el país. No hace falta decir que esto tendrá un impacto negativo en sí mismo y en las relaciones chino-británicas, y desencadenará resistencia de otros países. Estados Unidos, Francia y otros países que tenían relaciones comerciales con China estaban profundamente insatisfechos, dejando a la dinastía Qing aislada e indefensa.
En tercer lugar, ante una guerra comercial, la defensa nacional debe estar alerta. Cuando los conflictos comerciales son irreconciliables, la posibilidad de una guerra militar aumenta dramáticamente y no debemos tomarlo a la ligera. La corte Qing fue tan descuidada con la situación externa que incluso el más sabio Lin Zexu creyó que los británicos no se atrevían a iniciar. ¿El resultado? Las llamas de la guerra cayeron del cielo y la defensa nacional de los manchúes Qing quedó casi completamente en blanco y solo pudo terminar en una derrota desastrosa.