La "Ley del Trabajo" estipula que la jornada laboral de los funcionarios públicos es de ocho horas diarias, cinco días a la semana, un total de cuarenta horas. Estas horas de trabajo no sólo garantizan el tiempo de descanso del personal, sino que también garantizan que se puedan completar las tareas laborales.
La adopción de horarios de trabajo fijos ayuda a mantener la continuidad y estabilidad del trabajo y a mejorar la eficiencia laboral.