En el camino de la vida, encontraremos muchas dificultades. Rendirse no es algo que debamos hacer, pero es una opción. Cuando estás a punto de escalar la montaña más alta de tu corazón, de repente sabes que se avecina una avalancha. ¿Qué harías? Renuncia a todo sólo por la montaña en tu corazón, o ríndete y espera la próxima vez para estar listo para empezar de nuevo. Creo que todo el mundo elige darse por vencido y nadie no valora su propia vida. Se puede ver que darse por vencido no significa necesariamente que te desprecien, a veces puede salvarte la vida.
Ríndete, no puedes negar que los demás te llamarán cobarde, pero cuando los demás digan que eres cobarde, ¿renunciarás a todo y correrás hacia esa montaña? Por supuesto que no, porque en la vida no tienes miedo de no tener la oportunidad de demostrar tu valía.
No hay que avergonzarse de darse por vencido. Así, sin más, cuento una historia: Había una vez dos peces pequeños. El pez grande es muy arrogante y siempre quiere escapar, pero el pez pequeño solo quiere proteger un lago pequeño. Un día, los dos acordaron visitar un lugar lejano. Nadaron durante mucho tiempo y, cuando llegaron a un lugar seco, el pez grande tenía buen ojo. Después de ver la tierra, pensó en el mar. Le dijo al pececito: Mientras crucemos la tierra, podremos llegar al mar. El pececito miró hacia la tierra firme y le dijo al pez grande: "No queremos ir, moriremos sin agua". El pez grande miró al pez pequeño con desprecio y le dijo: ¡No tienes valor! Iré solo. Después de decir eso, caminé hacia adelante sin mirar atrás. Como resultado, murió en esa tierra seca. Muchos años después, la tierra firme fue regada por inundaciones y se convirtió en un río por el que pasaban pequeños peces. De esta historia podemos ver que la perseverancia a veces puede provocar desastres impredecibles para uno mismo, y darse por vencido a veces puede ser una medicina que le salve la vida.
Rendirse es un acto de cobardía para muchas personas. Para mí no es debilidad, es elección.