Los nutrientes del brócoli no sólo son ricos en contenido, sino también completos, e incluyen principalmente proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, vitamina C y caroteno. Según el análisis, cada 100 g de brócoli fresco contiene entre 3,5 y 4,5 g de proteína, lo que supone 3 veces más que la coliflor y 4 veces más que los tomates. Además, la composición mineral del brócoli es más completa que la de otras verduras. El contenido en calcio, fósforo, hierro, potasio, zinc y manganeso es muy rico, muy superior al de la col crucífera.
Mucha gente piensa que los tomates, los pimientos y otras verduras son los más ricos en vitamina C. De hecho, el brócoli tiene un contenido de vitamina C mayor que ellos, y también es significativamente mayor que otras verduras comunes. Y el brócoli es rico en vitaminas, especialmente ácido fólico, lo cual es una razón importante por la cual su valor nutricional es mayor que el de las verduras comunes.
El efecto anticancerígeno del brócoli es una parte importante de la investigación realizada por científicos de los países occidentales y Japón en los últimos años. El brócoli ocupa el primer lugar en la lista de vegetales anticancerígenos publicada por el Centro Nacional de Investigación del Cáncer de Japón. Los efectos anticancerígenos del brócoli se deben principalmente a los glucosinolatos que contiene. Se dice que el consumo prolongado puede reducir la incidencia de cáncer de mama, cáncer de recto y cáncer gástrico.
Para la mayoría de la gente en China, el brócoli ha comenzado a aparecer en nuestras mesas en grandes cantidades en los últimos años. La forma actual de comerlo es relativamente monótona, mayoritariamente salteada o salteada con ajo. De hecho, una característica muy importante del brócoli es que permanecerá de color verde y tendrá un sabor más crujiente después de hervirlo o blanquearlo con agua. Por eso, la ensalada fría o la sopa también son buenas opciones.
En países extranjeros, el brócoli se come principalmente con ensalada o se cocina como guarnición de la comida occidental, lo que evita la pérdida de nutrientes durante el calentamiento a alta temperatura y es más beneficioso para la salud. Las personas acostumbradas a los platos calientes también pueden sofreír carne, huevos o gambas.