La despedida es algo que cada uno de nosotros encontrará a lo largo de su vida. Cada uno de nosotros tendrá un momento de separación en el viaje de nuestra vida. Cuando dejes a tus familiares, amigos, amantes, compañeros de armas y tu ciudad natal, no importa qué tipo de despedida sea, habrá mucha desgana. Pero en cada viaje de nuestras vidas, esas separaciones nos conectan una y otra vez. En cada una de nuestras experiencias habrá la despedida más inolvidable.
A día de hoy, todavía recuerdo claramente el día que salí del campus universitario. El consejero y mi compañero de cuarto me dejaron en la puerta del campus universitario. En ese momento, volví a mirar el campus donde había pasado mi juventud y mi sangre, y a las compañeras de cuarto y hermanas con las que había estado día y noche. La risa que tuvimos juntos todavía está fresca en mi mente. En ese momento, inmediatamente sentí que mi corazón estaba muy frío y no pude evitar derramar lágrimas. En ese momento, para ser honesto, estaba triste. Pero así es la vida, el tiempo no espera a nadie. Sólo corriendo duro podrás apresurarte hacia la siguiente parada en el viaje de la vida. Entonces, en el proceso de correr, nos enfrentaremos a la separación una y otra vez, y necesitamos secarnos las lágrimas cuando estamos tristes.
Aún recuerdo que cuando mi abuelo se fue, llegué a casa y me enfrenté a mi abuelo que ya no se reía de mí. Parecía sentirme ingenuo y colapsar. En ese momento sentí que el mundo estaba congelado. Las lágrimas y el llanto no pueden ocultar el dolor interior. Ese tipo de angustia nunca se olvidará en esta vida, y ese tipo de dolor desgarrador solo hará que tu corazón pierda la calidez del pasado para siempre. La partida de un ser querido es la despedida más dolorosa y el dolor no se puede expresar con palabras. Sin embargo, la vida es así y nadie puede impedirnos que nos vayamos.
La separación es un pasado triste, pero también forma parte de nuestras vidas. La vida va y viene en esos reencuentros y despedidas. Cuando enfrentamos la separación, incluso si es dolorosa e impotente, sólo podemos elegir aceptarla, secarnos las lágrimas y seguir adelante.