Un día la llamaron para visitar a un preso. Al principio, los guardias no querían dejarla entrar porque tenían miedo de que los prisioneros la atacaran, pero Elizabeth no tenía miedo. Ella notó que los prisioneros se portaban mal porque los trataban como animales. Se quedaron sin camas, ropa limpia, comida y calor. Cualquier niño nacido en prisión permanecerá allí sin la oportunidad de recibir educación.
Esto significa que se verán obligados a mendigar o robar cuando sean mayores, y luego terminarán nuevamente en prisión. Entonces, lo primero que hizo Isabel fue proporcionar comida, ropa limpia y camas de paja, y luego abrió una escuela en la prisión para enseñar a las mujeres a coser, tejer y vender los productos terminados. De esta forma podrán ganar un poco de dinero y aumentar su autoestima. Su amabilidad la ayuda a ganarse la amistad de los prisioneros y comenzar a mejorar sus propias circunstancias.