Las almas de una época tras otra se sumergen en los interminables años de este mundo. La luna viene silenciosamente y se va silenciosamente. Ha sido testigo de las alegrías y tristezas de los pensamientos de innumerables personas y ha dejado innumerables poemas y canciones. Cruzando el río Luna vimos todo tipo de personas, los años fueron miserables, y también vimos los años pasar volando y nunca regresar.
Mirando a la luna y pensando en la luna, el destino final es que tengamos un corazón brillante y seamos fuertes en el mundo. Cruzando el Río Luna, aunque fue un encuentro breve, aprendimos mucho. No importa si es joven o viejo, debe haber una luna del alma en las vicisitudes de la vida, y luego regresar a la luna con el paso de los años y un anhelo que se lo lleva el viento.