Existe el fenómeno de que muchas personas ahora se preocupan más por su próxima generación que por la generación anterior. Esto refleja el amor desequilibrado que la gente tiene por sus hijos y padres.
En lo que a mí respecta, este es un problema muy serio. Por un lado, no debemos malcriar a nuestros hijos. Si malcriamos a nuestros hijos durante toda su infancia, nunca crecerán y eventualmente se volverán inútiles. Por otro lado, nuestros padres ancianos no tienen ingresos y pueden sentirse solos de vez en cuando sin nosotros. Por eso, debemos apoyarlos y acompañarlos no sólo en lo moral, sino también en lo legislativo.
Así que necesitamos resolver este problema. Primero, lleve a sus hijos y vuelva a casa con frecuencia. Para las personas mayores, nada es más importante que la familia. Más importante aún, llama a tus padres de vez en cuando y habla con ellos con paciencia.