Hace unos dos años, mi padre murió de una infección hospitalaria en la unidad de cuidados intensivos de un prestigioso hospital sin fines de lucro en Nueva York. Mi padre acababa de cumplir 83 años en ese momento y padecía muchas enfermedades comunes a las personas de su edad. Pero el día que ingresó al hospital con neumonía, todavía estaba trabajando. Treinta y seis horas después, desarrolló sepsis. Durante las siguientes cinco semanas en la unidad de cuidados intensivos, una ola de infecciones secundarias, también adquiridas en el hospital, destruyó su resistencia. Mi padre se convirtió en una estadística, solo una de las 100.000 personas que mueren o se ven afectadas por infecciones adquiridas en hospitales en los Estados Unidos cada año. Cien mil muertes: más del doble del número de personas que mueren en accidentes automovilísticos, cinco veces el número de personas que mueren en homicidios y 20 veces el número de nuestras fuerzas armadas muertas en Irak y Afganistán. Mi padre es otra víctima de la tragedia estadounidense.
Una semana después de la muerte de su padre, la revista New Yorker publicó un artículo de ATUL GAWANDE (nombre del autor) que describe los esfuerzos del Dr. PETER PRONOVOST para reducir las infecciones mortales en los hospitales. ¿PRONOVOST es la solución? Esta es una lista de verificación simple del protocolo de la UCI que requiere que los médicos se laven las manos y realicen otros procedimientos básicos de esterilización. Los hospitales que implementaron la lista de verificación PRONOVOST obtuvieron resultados inmediatos: las tasas de infección hospitalaria se redujeron en dos tercios tres meses después de su adopción. Pero muchos médicos rechazaron la lista por considerarla innecesaria y producto de la interferencia burocrática, y muchos líderes de hospitales se la impusieron a regañadientes. El artículo también narra los viajes de PRONOVOST por todo el país para convencer a los hospitales de que acepten sus reformas.
Esta es una historia heroica, pero para mí también es muy inquietante. ¿Cómo pudo suceder esto? ¿PRONOVOST todavía necesita rogar a los hospitales que adopten esta idea que es esencialmente de costo cero y puede salvar muchas vidas? La industria se ha manifestado en contra de los altos costos de los seguros de responsabilidad y la injusticia del sistema de daños, pero ahora necesita presionar sin descanso para lograr que acepte un truco simple que podría salvar cien mil vidas.
¿Y nosotros, los pacientes? ¿Cómo puede un país que puede cerrar un negocio simplemente por una enfermedad causada por hamburguesas cuestionables ser propenso a la carnicería que nuestros hospitales infligen a sus pacientes? No son sólo los 100.000 muertos. En abril, una revista de Wall Street informó que los coágulos de sangre después de una cirugía o una enfermedad son la principal causa de muertes evitables (pero no evitables) en los hospitales de Estados Unidos, matando a unas 200.000 personas cada año. ¿Cómo podrían los estadounidenses aprender a aceptar como inevitables las muertes de miles de personas causadas por errores médicos menores?