Prosa lírica para segundo año: El amor es dulce.

Estar en tus brazos esa noche me hizo sentir el amor ardiendo.

Estar en tus brazos me hace sentir segura y ya no tengo miedo.

¡Fuiste tú quien me acompañó durante más de mil días y noches, protegiéndome del viento y la lluvia, y sin tener nunca miedo!

Esta es una sincera advertencia de que las flores florecen en tus sueños y comienzan a florecer en tu corazón.

Querida querida.

Siempre eres tan hermosa ante mis ojos.

Siempre serás una luz eterna en mi corazón.

Siempre serás un cuento de hadas en mi corazón.

Querida querida.

Cuando luchaba contra la muerte

Fuiste tú, fuiste tú quien me sacó del borde de la muerte.

Toma mi mano y apriétala.

El amor en mi corazón se encendió instantáneamente.

Me hiciste entender, cariño.

Fuiste tú quien me hizo comprender la vida y dejar de quejarme de cualquier insatisfacción.

Es tu consuelo el que me hace pasar de la pérdida a la sabiduría.

Fue tu aliento lo que me hizo sentir tranquilo al estar fuera de mi mente.

Cuando lloro, enjugas mis lágrimas, despiertas mi espíritu de lucha dormido y mi confianza en mí mismo frente a los reveses, y me haces inquebrantable en el camino de la vida.

Cuando estaba confundido, fuiste tú quien iluminó mi dirección con una antorcha, te retiraste de la barrera oscura y me pusiste en el camino hacia el éxito: Ma Pingchuan.

Cuando estoy cansado, me das caldo de pollo para el alma.

Querido, es tu querido.

Cuando las gardenias estén en plena floración, sólo tienes que ponerte el bolso a la espalda y marcharte.

Dejad que los demás se llenen de desilusión e impotencia sin fin.

¿Por qué siempre aplastamos a las personas durante la separación?

El coche que viaja atropella los pensamientos de cada uno.

La fiesta de despedida cantó la soledad del inicio de la primavera.

A veces, no es que realmente no pueda olvidar, sino que no puedo soportar irme;

A veces, creo que lo he olvidado, pero lo recuerdo sin darme cuenta;

Sí. En ese momento, no era que realmente lo recordara, sino que aprendí a recordar y apreciar.

Dedicado a la Sra. Jiang Jiaqin