La inversión en calefacción central es relativamente grande, por lo que la instala el gobierno y no la pueden instalar particulares. En segundo lugar, el coste operativo de la calefacción central es relativamente alto y se calienta de arriba a abajo, por lo que los residentes de diferentes pisos experimentan temperaturas desiguales.
Algunos residentes experimentarán temperaturas ambiente extremadamente altas, mientras que otros residentes de la planta baja no podrán sentir el calor, lo que fácilmente puede provocar un desperdicio de recursos. Al mismo tiempo, si los residentes no están en casa, la calefacción central no se detendrá, la calefacción continuará y los costos incurridos seguirán asumiendo los residentes. Relativamente hablando, la relación precio/rendimiento no es muy alta.
La historia de la calefacción central
A principios del siglo XVIII, los rusos utilizaron por primera vez un sistema de calefacción de agua caliente para calentar el palacio de Pedro el Grande. Ingenieros de varios otros países han hecho otros intentos, pero sus conceptos se han utilizado principalmente para calentar invernaderos. A finales de 2018 se construyó un verdadero sistema de calefacción de agua caliente en Bournemain, Francia.
En 1816, el marqués de Chabani mejoró este concepto francés y lo introdujo en Gran Bretaña. Hasta la década de 1930, los sistemas de calentamiento de agua se desarrollaron rápidamente y se utilizaron en iglesias y fábricas de toda Gran Bretaña. Los radiadores son una parte importante de la calefacción central moderna. Fue inventado por el inventor ruso Franz Sangalli a finales de la década de 1950 y fue adoptado por la mayor parte de Europa y Estados Unidos.