Una vez, un niño vino a la barbería y le pidió al barbero que lo afeitara. El barbero lo sentó, le enjabonó la cara y luego dejó al niño. Se quedó en la puerta hablando y riendo con otro barbero. El joven caballero esperó unos minutos y luego gritó: "¿Por qué me has retenido aquí tanto tiempo?"
El barbero respondió: "Estaba esperando a que te creciera la barba".