Al conmemorar el 70.° aniversario de la victoria de la Gran Marcha, el espíritu de la Gran Marcha se ha convertido en la riqueza más preciada de nuestra nación. Sin embargo, para ser honesto, los adolescentes de hoy (especialmente los estudiantes de primaria) no están familiarizados con la Gran Marcha. Rara vez escuchan las historias de la Larga Marcha, ven las películas de la Larga Marcha o cantan las canciones de la Larga Marcha. No había muchos soldados del Ejército Rojo vivos en ese momento, e incluso si estaban vivos, ya tenían ochenta o noventa años. Eran bastante mayores y no tenían energía para dar informes en la escuela. Esto nos recuerda que cómo ayudar a los jóvenes a comprender y recordar mejor la Gran Marcha debería ser un tema que los educadores, los trabajadores literarios y artísticos, los trabajadores editoriales y las personas perspicaces de todos los ámbitos de la vida estudien arduamente. Algunas personas pueden pensar que la historia de la Gran Marcha es demasiado antigua y carece de ideas nuevas. De hecho, esta comprensión es muy unilateral. Para los jóvenes, especialmente los estudiantes de primaria, los milagros entre personas como la Gran Marcha son demasiado legendarios y mágicos. Es un espacio refrescante y mágico. El encanto de la historia de la Larga Marcha trasciende el tiempo y el espacio. La clave es cómo educar de una manera verdaderamente viva y no dogmática y de una forma que a los jóvenes les guste escuchar y ver. Los libros sobre la Gran Marcha no pueden publicarse únicamente desde la perspectiva de "revelar los secretos". Algunas memorias vívidas y conmovedoras escritas por viejos soldados del Ejército Rojo en el pasado se pueden reeditar y publicar. El verdadero poder motriz de este tipo de trabajo no lo poseen otras formas. También deberían valorarse mucho los nuevos medios de comunicación, como Internet y la animación, que gustan a los jóvenes.
El autor espera que nunca se produzca un fenómeno en el que los jóvenes no sepan nada sobre la Gran Marcha. Si esto sucede en la vida, en lugar de criticar al niño por su ignorancia, es mejor culpar a los adultos por su negligencia.