El ritmo acelerado de la ciudad mantiene a la gente que vive en ella extremadamente ocupada. Pregúntale a un amigo, ¿cómo te va últimamente? Nueve de cada diez veces la respuesta es una palabra: ocupado.
Estar ocupado parece haberse convertido en la norma para los urbanitas. En las ciudades el arroz es caro y la vida es difícil. Los que se han establecido temporalmente como esclavos domésticos y los que aún no se han convertido en esclavos domésticos corren todo el día. La persona que se despide del esclavo de la casa puede ser el esclavo del coche o el esclavo del coche. Incluso si usted ha ingresado en una familia acomodada, no puede holgazanear en absoluto.
Para poder costear diversos gastos, muchas personas se hacen como pequeños hámsteres, pedaleando de un lado a otro en pequeñas jaulas de hierro. No importa qué tan rápido o fuerte pedaleen, se despiertan a la mañana siguiente y se encuentran atrapados en su jaula original. Ocupada, la vida está llena de cosas que no me pertenecen y tengo que correr por ellas.
Podemos estar ocupados, pero debemos estar ocupados con el valor. Estar ocupado como una mosca sin cabeza no tiene ningún significado práctico excepto demostrar que todavía estamos vivos. Será mejor que sepamos por qué estamos ocupados todos los días. Una persona sin un objetivo es como un barco sin remos que flota en el mar, a la deriva con la corriente. Al final, o choca contra una roca, encalla o queda atrapado en un remolino y gira en círculos. Una vida confusa y sin rumbo es una de las razones por las que muchas personas se meten en problemas en la vida, porque si no sabes la dirección en la que vas, cualquier viento puede ser un viento en contra para ti.
Podemos estar ocupados, pero debemos ser selectivos. Un joven monje estaba ocupado desde la mañana hasta la noche. Un día, le preguntó al maestro: "Maestro, estoy muy ocupado todos los días. ¿Por qué no tengo ningún logro?". El maestro sonrió y le pidió al joven monje que trajera el cuenco de las limosnas. El chef primero pone nueces en el tazón, luego espolvorea arroz y finalmente vierte agua y el tazón se llena. El maestro trajo otro cuenco, esta vez lo llenó con agua y puso en él nueces y arroz. El agua se desbordó. El maestro le dijo al joven monje: "La vida es como este cuenco. Si está lleno de cosas pequeñas, no habrá lugar para poner otras cosas. La vida puede ser ocupada, pero no ocupada. Debes dedicar tu tiempo a cosas importantes. "
Este principio también se aplica a nuestros estudiantes de primaria y secundaria. Por ejemplo, algunos estudiantes están ocupados jugando con sus teléfonos móviles y viendo televisión todo el día. Al final, no sé en qué he estado ocupado.
En cada intersección y en cada esquina habrá señales de tráfico que nos recordarán hacia dónde va esta carretera y su distancia, para que podamos llegar rápidamente a nuestro destino sin perdernos. Nuestras vidas deben ser iguales, si no tenemos metas, podemos desviarnos en el viaje de la vida y nunca llegar a nuestro destino.