Vuelan, suben y bajan, persistiendo solemnemente, como una fiesta popular inmutable.
Sé que hay muchas cosas en las que debemos persistir, como la persistencia de la tierra durante cientos de millones de años. Este tipo de perseverancia es como un fuego que arde en el corazón, brilla en cada rincón, lucha contra los ideales, la mundanidad, los deseos y la dignidad. Es posible que los forasteros nunca conozcan el dolor y la desesperación.
Cosas que vuelan, arriba o abajo, lejos o cerca, partiendo o llegando. Esas partículas brillan, cubren y se cubren en sueños lejanos.
El barro y el polvo levantados volaban sobre los campos, la tierra, los árboles, mezclándose con lugares amarillos y turquesas. En primavera soplan fuertes vientos y las huellas del rejuvenecimiento se van aclarando poco a poco.
Abril
El viento frío y rebelde se acumuló y se convirtió en una espesa niebla que cubrió silenciosamente el desierto.
La hierba cercana y los árboles a lo lejos duermen profundamente; las almas más cercanas y los ojos más lejanos siguen volando.
El duro invierno y la dura primavera revelan el secreto de la temporada cerrada de abril.
En abril todo se ha calmado y todo está en lo más profundo.
Nada desaparece.
En la puerta del tiempo, la corriente creciente comienza a regocijarse en el canto de la memoria, y los picos y colinas pliegan sus alas y se vuelven más sólidos en sus respectivas posiciones. Las golondrinas que regresan temprano son tan gentiles, tan felices, tan incansables, son como una voluta de humo en la mañana y en el anochecer...
Este es otro nuevo comienzo. Cuando el silencio alcance su punto máximo, ¡vámonos!
La lluvia caía sobre toda la hierba.
En ese momento, anhelaba ver un caballo blanco galopando sobre la suave hierba.
En este momento no echaré de menos nada: irritabilidad, alegría, sueños...
Anhelo su figura blanca, permaneciendo en las profundidades verdes y pastando con la cabeza gacha. Caballo blanco, ¡come toda la hierba para hacerte fuerte y alto sin preocupaciones!
Volvió a llover y luego me caí distraídamente. La lluvia caía sobre toda la hierba, pero el caballo blanco no llegaba.
El sonido de la lluvia cayendo sobre la hierba es como el grito de una oveja parada en la ladera de una colina llena de comida. Equilibrio, paz, alegría.
La lluvia caía del cielo sin preguntar, golpeando la hierba con descuido. Deben pensar que entiendo lo que dicen, el caballo blanco que deseo no está aquí, por eso creo que sí.