Nunca volveré a mirar el camino que caminé, por miedo a que esas huellas mojadas me quiten todos mis pensamientos normales, me den la vuelta y se dispersen por todo el suelo.
Anochecer de verano. Sin límites.
Dijiste que en ese país donde no hay ángeles, hay una niña que cuenta sus lágrimas en silencio.
Dijiste que si no nos hubiésemos conocido en ese momento, nos hubiésemos enamorado a mitad de camino y finalmente hubiésemos terminado, no admitirías que habíamos crecido.
Dijiste que no importa en qué dirección gires cuando te enfrentes al atardecer, te sentirás triste en todas partes.
En silencio enterré tus lágrimas, en silencio recordé nuestro pasado, en silencio me di la vuelta bajo la puesta de sol, no puedo olvidar, de verdad.
Las flores han caído. Una gota de sangre cayó al suelo y supe que estábamos hechos el uno para el otro.
Lesionado. Hubo un tiempo en que eso era falso.
Muchas personas pueden pensar que los niños tristes somos ingenuos y simples, pero cuando los recuerdo, uso la expresión más seria. No quiero reírme, pero río más feliz que nadie. No quiero fingir, pero siempre estoy sola y en silencio acurrucada a los pies de la cama.
¿Quién dice que no deberíamos estar tristes?
¿Quién dijo que lo que tenemos es un autoengaño de la felicidad?
¿Quién dice que la juventud no puede ser una frase triste y bonita?
Danos un bolígrafo y un papel y podremos describir la luz del sol.
En una corta temporada de verano, el trigo canta adiós a nuestra juventud inmadura, y velamos por la felicidad en nuestros propios trigales. Aunque todo sea justo para este turno, al menos lo hemos atravesado, no. pasó de largo.
Solitario y fresco. Como una tumba.
Te fuiste muy lejos y nunca volviste
Sí. Siempre llevo ese CD obsoleto en el bolsillo y lo escucho y escribo incansablemente. Sueño que algún día podré escribir un libro sobre mi estado de ánimo y publicarlo bajo el nombre de juventud.
Sí. Tomando tu mano por innumerables callejones, corriendo de un callejón a otro, y luego de un callejón a otro, intercambiando pensamientos con los callejones oscuros y captando inocentemente la luz del sol.
Sí. Andar en bicicleta te llevará a la naturaleza, contemplando cómo los lirios trepan por la ladera y cómo se marchitan silenciosamente.
La llovizna moja la luz que fluye y rompe el tiempo fugaz. Después de todo, los iris están descoloridos.
Querido
Cuenta uno, dos, tres.
Conté tres, dos, uno.
Nos dimos la vuelta al mismo tiempo.
El sol poniente alargaba nuestras delgadas figuras.
El dolor está esparcido por todas partes.
Desde entonces, hemos aprendido a crecer. .......
Prosa triste, artículos clásicos en prosa triste cuidadosamente seleccionados por el editor, artículos tristes exquisitos, prosa de despedida y algo de prosa de amor triste/Mei Wen/Shang Qian/ p>