Por un lado, la educación gratuita puede lograr la democracia educativa. Educar a los estudiantes de forma democrática para que se den cuenta de que son sujetos de aprendizaje y tengan cierta autoestima, confianza en sí mismos e iniciativa.
Por otro lado, el castigo adecuado es innecesario. El castigo tiene como objetivo corregir los comportamientos y conceptos incorrectos de los niños y reducir la probabilidad de que ocurran comportamientos incorrectos.
En definitiva, debemos ser estrictos y compasivos.